Los pacientes del área geriátrica de Emergencias del hospital Maximiliano Peralta Jiménez tienen un novedoso y colorido sonómetro, que regula el ruido al que se exponen los adultos mayores durante su estancia; esto gracias al apoyo de expertos del Tecnológico de Costa Rica (TEC).
El sonómetro, con forma de oreja, se entregó en junio y ya está instalado en un espacio de fácil acceso. La intención es que, poco a poco, se convierta en un elemento visual educativo para el control del ruido en un área muy sensible, donde se trabaja con población vulnerable.
Pacientes del área geriátrica de Emergencias del hospital Maximiliano Peralta cuentan con novedoso sonómetro
- María Morales Gamboa
- 30/07/2024
- Nacionales
Los pacientes del área geriátrica de Emergencias del hospital Maximiliano Peralta Jiménez tienen un novedoso y colorido sonómetro, que regula el ruido al que se exponen los adultos mayores durante su estancia; esto gracias al apoyo de expertos del Tecnológico de Costa Rica (TEC).
El sonómetro, con forma de oreja, se entregó en junio y ya está instalado en un espacio de fácil acceso. La intención es que, poco a poco, se convierta en un elemento visual educativo para el control del ruido en un área muy sensible, donde se trabaja con población vulnerable.
La doctora Alicia Juncos Moyano, jefa del servicio de Emergencias, comentó que el área exclusiva de observación geriátrica se creó hace dos años y desde entonces ha evolucionado, transformándose en un espacio amplio, bien iluminado y ventilado, que alberga 8 camillas para personas adultas mayores, donde la estancia promedio es de 2 a 3 días y que ahora incorpora este nuevo elemento.
Para el personal del servicio es importante que exista un buen control del ruido, ya que a veces las personas alzan la voz mientras conversan, no moderan los timbres de sus teléfonos, lo que puede causar un impacto sonoro negativo en la población adulta mayor, que puede conducir al delirio, afectando la recuperación y supervivencia.
La iniciativa denominada Room Sound Intensity Meter (RSIM por sus siglas en inglés) tuvo una duración de 1 año y 3 meses iniciando el marzo 2023 y la llevaron a cabo María José Angulo Campos, estudiante de la escuela de Ingeniería Electromecánica y Anthony Arguedas Rodríguez, estudiante de la escuela de Ingeniería en Mecatrónica, conjuntamente, con el profesor e ingeniero Juan José Rojas Hernández, del Laboratorio Delta de la escuela de Ingeniería Electromecánica del TEC.
La jefa del servicio se mostró muy agradecida con los estudiantes y su profesor, quienes asumieron juntos el reto, demostrando no solo interés, sino un enorme compromiso. “No descansaron hasta lograrlo y el resultado es que hoy contamos con un producto hecho a la medida y pensado en las necesidades de nuestros pacientes”, indicó.
¿CÓMO FUNCIONA?
Su funcionamiento se basa en un código de tres colores, que cambia de acuerdo con la intensidad del ruido que se percibe en el ambiente, siendo rojo el indicativo de ruido excesivo, el amarillo de ruido moderado y verde de ruido bajo. Por la naturaleza del producto y sus beneficios, su uso podría extrapolarse a otros sectores, no solamente del ámbito de la salud.
María José Angulo, estudiante y coordinadora del proyecto, comentó que se inspiraron en “Vincent, la Oreja Sonora”, un dispositivo de medida de ruido que la jefa de Emergencias visualizó en el hospital infantil Niño Jesús de Madrid, España, así como en las capacitaciones y visitas al sitio donde palparon la necesidad de los usuarios, del personal y del centro hospitalario.
A nivel nacional no se encontraron publicaciones académicas relacionadas con medidores de ruido con componentes similares a los utilizados, solamente proyectos internacionales, pero en otros contextos, indicó la estudiante. “Es la primera alterativa a la medida que se realiza en el país y resulta gratificante saber que nuestro trabajo puede hacer la diferencia y ser tan positivo en la vida de muchas personas. La satisfacción de contribuir a ayudar a otros me hace muy feliz”, agregó.
Por su parte, el ingeniero y docente, Juan José Rojas Hernández, comentó que la propuesta tiene un alto impacto social que beneficia de forma directa a un hospital público. “Todo el proyecto fue desarrollado por estudiantes y para nosotros como laboratorio del TEC, es esencial aplicar el conocimiento en un bien social tangible”, expresó.
ETAPAS DEL PROYECTO
1. Planeamiento e investigación: conformación del equipo inicial, revisión de artículos científicos, publicaciones técnicas y definición de componentes. A la par de la doctora Alicia Juncos se definieron los requerimientos y se seleccionaron los materiales y componentes (algunos traídos del extranjero).
2. Calibración: comparación de las mediciones de RSIM con sonómetros profesionales de la Escuela de Seguridad y Salud Ocupacional del Tecnológico de Costa Rica y pruebas en sitio para conocer los niveles de ruido usuales en la sala de geriatría del servicio de emergencias. Para esto se creó una caja de fibra (MDF) con aislantes acústicos para realizar pruebas de niveles de ruido en espacio controlado y compararlos con un sonómetro profesional.
Posteriormente se ensambló el dispositivo (las piezas obtenidas en corte láser e impresión 3D se ensamblaron desde cero) y se hicieron pruebas en sitio.
3. Diseño preliminar del dispositivo: se generó un circuito de medición de ruido e indicador con luces, programación para obtener las mediciones de los decibeles y ajustar las luces de acuerdo con ella. El diseño del circuito se realizó en plataformas CAD y fueron manufacturados mediante impresión 3D y corte láser. Además, se realizaron pruebas de carga y descarga mediante una batería que se adaptara a las necesidades del dispositivo.
4. Modificación del prototipo: se dieron modificaciones en la estructura física del dispositivo, para mejorar la eficiencia. Además, se diseñó un circuito de carga para permitir el funcionamiento con batería, soldadura de una placa perforada para conectar el circuito de forma robusta.
ALTERNATIVAS DE SOLUCIÓN
Anthony Arguedas Rodríguez, integrante del equipo que participó en la fabricación del dispositivo, manifestó que las universidades y otras instituciones de estudio relacionadas a la ingeniería poseen los medios para solucionar problemas relevantes para la sociedad, pero no siempre se aplican el conocimiento y las tecnologías de forma relevante.
“Con este proyecto podemos demostrar que, si se logra una comunicación entre la sociedad y las universidades, somos capaces de ofrecer soluciones efectivas y realistas acordes con las condiciones del país”, comentó, a la vez que recalcó que “el proyecto tomó un concepto que desarrolló a bajo costo y tomando en cuenta las necesidades específicas del hospital, lo que lo ubica por encima de otras soluciones que se pueden obtener en el extranjero y siempre para beneficio de la sociedad”.
El doctor Jonathan Pla, subdirector del hospital, comentó que esta es una experiencia muy valiosa, porque en 2020, durante la pandemia por covid-19, otro grupo de estudiantes del TEC diseñó y donó a diferentes hospitales, cápsulas protectoras para la intubación de pacientes que surgieron de una idea conjunta con el hospital Maximiliano Peralta, lo que reafirma que entre ambas instituciones existe una estrecha relación de amistad que se basa en el compromiso y el bienestar social. “Estoy muy agradecido con el TEC y sus equipos de trabajo, por apertura a colaborar con la seguridad social y materializar otro proyecto tan novedoso y de impacto para nuestra población adulta mayor”, aseguró.
Además, el ingeniero Greivin Barahona Guzmán, director de la Escuela de Ingeniería Electromecánica, indicó que es motivador ver cómo estudiantes de diferentes carreras se unen para trabajar en un proyecto, que va más allá de su carga académica, lo que les permite desarrollarse mejor como futuros profesionales y como personas, y es gratificante ver cómo nuestros profesores se involucran y apoyan estas ideas. “En la Escuela de Ingeniería Electromecánica esperamos seguir colaborando con este tipo de iniciativas tan importantes, muchas veces innovadoras y de impacto, concluyó.